CRISIS: PELIGRO Y OPORTUNIDAD



El ideograma chino para la palabra crisis expresa “peligro y oportunidad”: el peligro de la pérdida y el dolor, y la oportunidad del crecimiento y la salud.


Los acontecimientos críticos



El solo hecho de ser humanos y estar vivos nos pone en situación a todos-as de experimentar diferentes crisis a lo largo de nuestra vida. Nadie puede evitarlo; el nacimiento mismo es una crisis. Y así sucesivamente habrá crisis propias de las etapas del desarrollo humano que todos conocemos, las perturbaciones de la infancia, la búsqueda de identidad y de rol en la adolescencia, la necesidad de intimidad y pareja (o soledad) así como la inserción social y laboral en la adultez joven; la transición a la adultez media haciendo el “balance de la mitad de la vida” y asumiendo la partida de los hijos que dejan “el nido vacío”; el enfrentamiento con el envejecimiento, la jubilación y la probabilidad de la muerte del adulto mayor.


Sumados a todos los hechos que tarde o temprano pueden ocurrirnos en el transcurrir del tiempo: una enfermedad grave, la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo o de una relación importante, conflictos familiares, accidentes, emigraciones, desastres naturales o cualquier otra experiencia que vivamos como traumática.

La buena noticia


En los momentos más difíciles, cuando los riesgos son muy grandes y estamos muy sacudidos emocionalmente existe la posibilidad de que podamos crear algo nuevo y mejor. Aquello que actuamos “entre la espada y la pared” puede llevarnos a un desastre, pero también al renacimiento y crecimiento personal si somos capaces de enfrentar positivamente el acontecimiento, aprendiendo a tener un cierto control sobre el mismo y tratando de encauzarlo de manera que nos sea útil.


Causas y consecuencias de las crisis


Cuando nos referimos a la crisis desencadenada por un acontecimiento terrible, la sentimos como un estado de extrema alteración emocional. También puede ser más encubierta, y algo objetivamente insignificante ser la gota de agua que desborda el vaso; un vaso que ya estaba lleno de estrés del cual quizás no nos habíamos percatado.


Quiero hacer una salvedad: también un hecho positivo puede ser vivido como crítico: un ascenso, el matrimonio, el nacimiento de un hijo, un viaje.


Por lo tanto tenemos varias causas probables: pérdidas de algo o alguien significativo, amenazas al orden establecido en nuestra vida, y desafíos para los cuales no nos sentimos preparados.


Cualquiera sea su causa, la crisis provoca un caos que afecta todos los aspectos de nuestra vida: sentimos emociones nuevas, hay grandes alteraciones en nuestra rutina normal, podemos tener síntomas físicos de enfermedad, y nos crea tensiones en nuestras relaciones con los demás.

Y lo más destacable: afecta profundamente la visión que se tiene de sí mismo y de la vida. Casi todas las personas en crisis se describen diciendo que sienten que se vuelven locas. Pueden estar enfadadas con todo el mundo, llorar por los rincones de manera inconsolable, tener “ideas extrañas” o hacer cosas que nunca hicieron antes. En realidad, todas éstas son reacciones normales ante acontecimientos anormales.


Se tiene la sensación de que no se puede controlar la propia vida; la persona se siente indefensa y vulnerable. Pero es justamente la conciencia de vulnerabilidad, la baja de defensas, lo que abre la puerta a ideas nuevas para desarrollarse, y pavimenta el camino para reponerse.

La superación

Aunque durante al acontecimiento traumático tengamos la sensación subjetiva de que “es eterno”, la crisis no es para siempre. Es pasajero. Nuestro cuerpo no nos permite vivir en un estado permanente de dolor. De alguna manera nos reponemos.


Justamente lo importante es de qué manera nos reorganizamos: ¿para vivir mejor?, ¿aprendimos algo?, ¿nos abrimos a mejores opciones?, ¿o nos cerramos a las posibilidades, restringimos nuestras relaciones y asumimos una visión pesimista de la vida?


Podríamos resumir las posibles resoluciones en tres: muerte, debilitamiento y crecimiento. Usted elige.


Y como yo elijo el crecimiento, es en lo que me centraré. Es el único resultado positivo de una crisis, cualquiera sea la forma que adopte. Es la elaboración de la experiencia crítica de manera que ésta pase a formar parte de la trama de la vida, dejando a la persona preparada para enfrentar mejor el futuro.


A menudo las personas que han crecido mediante las crisis cuentan que “nacieron de nuevo”, que “están haciendo cosas y descubriendo habilidades que no sabían que tenían”, que “el dolor acercó a los miembros de la familia”, que “se reencontraron con Dios”, o simplemente descubren que eran más fuertes de lo que creían. Cambiar la mentalidad es la clave.

Esto significa interpretar los aspectos de la situación crítica de manera de :
- comprender qué es lo que uno-a piensa de la crisis
- adaptar las actitudes y creencias para asegurar el crecimiento a través de la misma.


Comprender qué ocurrió y qué sentido tiene para nuestra vida ese acontecimiento, teniendo en cuenta que: los hechos no se pueden cambiar, pero el significado y la interpretación de los mismos, sí.


Hay dos caras en una moneda. Y mi sugerencia es: mire el reverso de la moneda. Trate de observar la situación desde el punto de vista opuesto y vea si puede así lograr percepciones nuevas del hecho, que tal vez no se le habían ocurrido.


Busque en sus recursos internos la solución desde su creatividad.


BUSQUE LA OPORTUNIDAD.



Publicado en el Diario La República de Uruguay el 21.06.1998.

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