ABUSO SEXUAL: SABER PARA PREVENIR




La pedofilia o abuso sexual infantil es TODA SITUACION DE CONTACTO SEXUAL -que por ser tal está en una posición de autoridad- y un menor, que por su desarrollo psicológico no alcanza a comprender la naturaleza de ese contacto, no puede dar consentimiento y no está en condiciones de oponerse por propia voluntad a la consumación del acto.

Puede estar acompañado de abuso físico o no, pero siempre implica abuso emocional, puesto que el niño o niña son tratados como mero objeto sexual de satisfacción del abusador, y no como persona integral que acepta libre y responsablemente la relación.

Implica abuso de poder y traición a la confianza del niño o niña depositada en el adulto que debiera protegerlo, y del cual muchas veces tiene una dependencia afectiva o económica. Este hecho mina su dignidad y autoestima, ya que la víctima es engañada antes del abuso, el cual puede ser puntual o durar años.



Mitos y realidades

Esto nos lleva a las siguientes precisiones:

Se cree que el abuso sexual es raro; sin embargo hay más de 500.000 casos denunciados cada año en Estados Unidos. Nótese que destaqué la denuncia, puesto que generalmente estas situaciones son guardadas en secreto (sobre todo si ocurre dentro del sistema familiar) y salen a la luz cuando el delito termina en daño físico o muerte. Denunciar es importante porque callar implica tolerancia e impunidad, lo que aumenta el poder del agresor.

¿Por qué este silencio?



  • porque la víctima de una situación de violencia no tiene la suficiente autoestima y ánimo para denunciar, puesto que no sabe cuál puede ser la reacción del agresor;


  • porque la víctima sea tan pequeña que no comprende qué sucede;


  • porque depende del agresor y puede sentir afecto hacia él;

  • porque se siente avergonzada o culpable;


  • en el caso de niños más grandes, por temor al estigma social.


  • Se cree que las personas que abusan de un niño o niña suelen ser desconocidos, cuando la realidad muestra que en el 75 por ciento de los casos o más, el abusador es familiar o conocido del niño-a.


    La experta estadounidense Susan Brownmiller señala además que:



    • el abuso sexual de niños es mayor que el maltrato físico;


    • la edad promedio es 11 años; el primer contacto se da entre los 6 y los 9 años y finaliza entre los 14 y los 16;


    • entre el 75 por ciento y el 90 por ciento de los niños no lo cuentan a nadie;


    • el 97 por ciento de los abusadores son hombres y el 92 por ciento de las abusadas son niñas;


    • en el 40 por ciento de los casos el abuso no fue un hecho aislado, sino que se extendió por un periodo prolongado que va desde algunas semanas hasta 7 años;


    • la fuerza fue usada en el 60 por ciento de los casos;


    • el 15 por ciento fue incentivado con dinero o regalos y el 25 por ciento de los casos se basó en la lealtad y el afecto natural del niño o la niña.

    Se cree que los abusadores son personas marginadas social o económicamente y eso no es así: el incesto y la pedofilia aparecen tanto en clases sociales, cultural y económicamente altas como bajas, aunque sí es de tener en cuenta que existen factores que pueden propiciar el abuso. Entre ellos está el hacinamiento que puede llevar al niño-a a ser testigo de actividad sexual; la pobreza que puede empujarlo a la prostitución para mantenerse; la falta de educación sexual y de un ámbito familiar saludable con límites y protección, que pueden ser caldo de cultivo para el abuso sexual, pero no son determinantes.


    Se cree que los abusadores tienen trastornos mentales. No obstante, la realidad muestra que la mayoría de ellos pueden llevar una vida aparentemente normal y muchas veces son moralistas rígidos.


    Perfil del abusador


    Diversas investigaciones intentan explicar las razones que llevan a una persona a cometer violencia sexual. No se ha podido establecer un perfil definido, pero algunas de las causas identificadas son: desprecio de la relación con mujeres o hacia la sexualidad en general; baja autoestima; historia familiar de haber sido testigo o víctima de violencia sexual; alcohol o drogas; trastorno mental.



    Una cosa es clara: recurren a la violencia sexual como forma de control y poder. No violentan a una persona a la cual sienten como un igual (Duquet, 1995). El abusador precisa alguien más débil.


    También hay otros tipos de abusadores sexuales:




    • el que aprovecha una relación eventual con un niño o niña si le es ofrecida;


    • el que prueba todas las variedades sexuales esperando encontrar estímulos crecientes, sobre todo en el “turismo sexual”;


    • el que tiene temor al sida y busca menores con la fantasía de que no van a ser infectados por una persona joven;


    • el que se dedica a prostituir a niños y niñas traficando con ellos o haciendo pornografía.

    Consecuencias para los niños y niñas



    Inmediatas :



    • sentimientos de culpa por creer que hizo algo malo;


    • baja autoestima y vergüenza por sentirse “sucio” y dañado;


    • sentimientos de indefensión, de desamparo, falta de confianza en sí mismo-a


    • múltiples miedos: a las consecuencias del acto sexual en sí;


    • a las consecuencias por haber revelado el secreto; a estar solo-a; a confiar en las personas;


    • depresión y angustia, que también puede expresar enfermándose;


    • rabia reprimida: hacia el abusador y hacia sus padres o las personas que debieron haberlo protegido.

    Tardías:



    • desvalorización;

    • tendencia a proteger a quien lo-a ha dañado buscando incluso la aprobación del abusador;

    • tendencia a aceptar culpas y responsabilidades de otros como propias;

    • se ocupan exageradamente de las necesidades de los demás;

    • presentan disfunciones sexuales y miedo a la intimidad emocional;

    • dificultad para disfrutar de la vida en general;

    • trastornos más graves de tipo disociativo en algunos casos.

    ¿Qué pueden hacer los padres y las madres?


    • Tratar de que el niño o la niña exprese esas emociones reprimidas arriba mencionadas, hablando del hecho.

    • Protegerlo de sus miedos.

    • Reducir sus sentimientos de culpa, para que no se sienta “malo”.

    • Buscar ayuda psicológica.

    Además, importante a tener en cuenta:


    • Educación sexual de los niños y niñas desde edad temprana dentro de su capacidad de comprensión, explicándoles qué es un abuso, quiénes pueden ser potenciales abusadores y qué hacer. Esto puede ser hecho dentro de la familia o cualquier otro vínculo de afecto y protección que tenga el menor, y también en la escuela. Si no lo hacemos estaremos incurriendo en una falta de omisión.

    • Educación de los padres: dar a los niños amor, seguridad, límites y valores; darles adecuada información a sus hijos e hijas para que se cuiden a sí mismos, sin una visión negativa de la sexualidad.

    • Educación de los profesionales cercanos: que los maestros-as, trabajadores de la salud, etc., conozcan los alcances de este problema y sepan detectarlo e intervenir adecuadamente. Sobre todo, que si el niño o la niña habla, le crean e investiguen, y no piensen que es sólo una fantasía, y que sean muy cuidadosos de no inculpar a la menor.

    El responsable es siempre el adulto, que es quien tiene el desarrollo psicológico para decidir.


    Todos somos responsables



    La información no alcanza si no comprendemos que existe en nuestra sociedad un sistema de dominación del más poderoso sobre el más débil, que impregna todos los ámbitos en que nos movemos.


    Priorizar la dignidad del ser humano, eliminando el entramado social de las desigualdades de género, raza, clase, culturales o económicas, propugnando un sistema de justicia social.


    No alcanza si no nos oponemos a que nuestros niños y niñas y nuestros jóvenes y ninos sean erotizados por la publicidad para vender todo tipo de productos, manipulándolos.






    Si no comprendemos que sólo imponer leyes punitivas más severas no es la solución si no va acompañado de educación.


    Si no desarticulamos definitivamente las estructuras de poder que son estimuladas en nuestra sociedad.

    Esa situación de falso poder es lo que se recrea en una violación.


    Bibliografía:

    Brownmiller, S. (1975 ) Against Our Will: Men, Women and Rape. Ballantine.
    Duquette, D.(1995) "Representing the Child: Current Issues in America", Representing Children, University of
    Liverpool, U.K
    Duquette, "Child Protection – What Ought to Be." Fam. Advoc. 31, no. 3 (2009)

    Publicado en el Diario La República (de las Mujeres) el 26.04.1998.

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