LA MADRE EN UNA SOCIEDAD PATRIARCAL






En una sociedad patriarcal ser madre es ser mujer-de-y-para-otros. Es hacer trabajo invisible, no pagado, no reconocido ni protegido por leyes, y generalmente descalificado (cómo se va a pagar, si se convence a la mujer que debe hacerlo “por amor”; claro que con ese criterio a ella no la quiere nadie, porque la recíproca nunca llega).

La mujer-madre procrea y reproduce seres humanos. Aplica su trabajo para reproducir material y afectivamente a sus hijos e hijas, para humanizarlos en su propia cultura, en su época, de acuerdo a su género, su clase, sus tradiciones, etcétera.

A través de la maternidad, la mujer es transmisora, defensora y custodia del orden imperante en la cultura y la sociedad. En ello gasta mucha energía física, afectiva e intelectual.

El ser-para-y-de-los-otros le da a la madre cierto poder maternal, que puede ser bien o mal usado. En la opresión, los oprimidos también tienen poderes derivados del poder mismo; con ello se defienden o lo ejercen sobre otros más desvalidos.

La ideología “amorosa” que aún impera en muchos lugares consagra en el vínculo hombre-mujer la desigualdad; es una ideología basada en la propiedad de las personas: de los niños y niñas en su invalidez y minoridad y de las mujeres que tienen necesidad de depender de un hombre.

La mujer lamentablemente es custodia y reproductora del mismo patriarcado que la somete cuya metodología es la dependencia y a veces el miedo y otros la falta de conciencia acerca del funcionamiento del sistema.

La madre que reproduce esta ideología es víctima y cómplice inconsciente. Su tarea es conquistar interiormente su libertad, para educar hijos e hijas libres.

Bibliografía: Lagarde, M. (1990) Cautiverios de las mujeres. UNAM, México.
Publicado en el Diario La República (de las Mujeres) de Uruguay el 14.05.1995. (extracto)


Pintura: Madre e hijo de Gustav Klimt

0 comentarios:

Publicar un comentario

PÍDELE UN DESEO AL HADA....