LOS RIESGOS DE AMAR DEMASIADO (Dependencia afectiva)

Robin Norwood ( ), en su libro “Las mujeres que aman demasiado” describe la dependencia afectiva como una forma de obsesionarse con una persona y llamar a esa obsesión “amor”, permitiendo que ésta controle sus emociones y su conducta, y que aunque la persona (generalmente mujer) entienda que la misma tiene una influencia negativa sobre su vida y le cause sufrimiento, se sienta incapaz de librarse de esa obsesión. Ese “amor” se convierte en adicción.

Según Norwood, la mujer que “ama demasiado” tiene las características siguientes: proviene de un hogar disfuncional que no satisfizo sus necesidades emocionales; compensa indirectamente esas necesidades insatisfechas dando afecto a hombres “necesitados”; pretende “cambiarlos” con mucho amor; hace cualquier cosa para no ser abandonada por temor a la soledad; se esfuerza por complacerlo; acepta más del 50% de la responsabilidad de la culpa si la relación no funciona; tiene baja autoestima; tienen necesidad de controlar sus relaciones y de ser necesitada; es adicta a las relaciones y al dolor emocional y quizás a otras cosas; se involucra en situaciones caóticas para no concentrarse en sí misma; tiene tendencias depresivas y no la atrae un hombre estable porque le resulta aburrido.

Mis discrepancias con la autora

Norwood considera el “amar demasiado” como una enfermedad similar al alcoholismo, con lo que se podría concluir que para curarse habría que abstenerse de lo que se depende. Esto es impracticable en el caso de los afectos, puesto que son indispensables para nuestra nutrición psicológica, por lo cual creo que lo conveniente es aprender una nueva y más saludable forma de relacionarse.

Otra diferencia sustancial sobre un aspecto que la autora trata superficialmente y que para mí es esencial: la dependencia es una característica enseñada a las mujeres en el sistema patriarcal. Es parte del estereotipo femenino que aprendemos desde que nacemos. Se espera que las mujeres sean dependientes, no cuestionadoras, no críticas, no reflexivas, sacrificadas; que vivan para los demás y a través de los demás. El entorno social las premia o las castiga según se ajusten a esas pautas o las transgredan.

Desmontando una dependencia “culturalmente adquirida”

1. Es necesario tomar conciencia de este estereotipo en que se educa a las mujeres, desenmascarando las estructuras machistas que alimentan o re-alimentan las características antes señaladas, analizando mitos y cuestionando nuestra propia complicidad para obtener los beneficios secundarios que supuestamente aportan: pseudo-seguridad, protección afectiva o económica, aprobación social, etc.


2. Es necesario trabajar en el aumento de la autoestima, la auto-afirmación y la independencia, priorizando el cuidado y crecimiento de sí misma.

3.Además hay que elaborar el miedo a la libertad y a la soledad subyacentes en la dependencia.


4. Se ha de aumentar la solidaridad y la lealtad entre las mujeres

5. Y finalmente, promover la re-definición de la identidad femenina.

Las claves del cambio

Crece la autoestima elevando el conocimiento de sí misma; disminuye la dependencia cuando se aprende a enfrentar los temores y cuando se elabora el miedo a la soledad.

Aún hay personas que piensan que una mujer sola es una mujer sin valor porque no tiene un hombre al lado que ratifique su existencia; así se entiende que las mujeres no pudiendo sentirse bien solas consigo mismas busquen un otro, alguien a quien prenderse de manera simbiótica; alguien junto al cual reciban la aprobación social y el sentimiento de pertenencia que conlleva (hija de, esposa de, madre de).

Cuando se aprende a vivir la soledad como un vacío fértil, como un tiempo fecundo de auto-conocimiento, de diálogo consigo misma, de conciliación entre la que se es y la que se desea ser, no es necesario prenderse y perderse en el otro. Cuando se conquista la propia soledad se está capacitada para vivir con otra persona.

El trabajo con el tema de la identidad es necesario para ver integrar las pautas de género aprendidas que resulten obsoletas pero que se repiten acríticamente porque han sido referentes de la identidad femenina durante mucho tiempo.

Cambiar implica abandonar identificaciones viejas e incluir nuevas, ocurriendo en el proceso una parcial desestructuracion del Yo. Esto conlleva sentimientos de culpa y de tristeza; ambivalencia y resistencias, a veces sentimientos de despersonalización, otras veces el temor a no ser aceptadas por ser y pensar diferente a las normas convencionales.

La elaboración e integración de estos sentimientos es importante para que no provoquen consecuencias como depresión, angustia, somatizaciones, adicciones.
La continentación y el apoyo emocionales son importantes en el proceso de conquistar y defender una nueva identidad, puesto que todo cambio implica incertidumbre y dolor.

Amor entre iguales de valor

El primer paso para conseguir la extinción del sexismo es trabajar interiormente y desear que hombres y mujeres podamos relacionarnos en condiciones de igualdad de oportunidades y cooperación.

Pero esto no va a ocurrir mágicamente. Se puede comenzar por dejar de ser super-encargada y cuidadora de los demás para transformarse en cuidadora de sí misma, respetando a los otros lo suficiente para confiar en que son capaces de librar sus propias batallas.

La consecuencia última del crecimiento será dejar de establecer relaciones asimétricas de dominador-dominada o de dependencia afectiva que nos dañan. Sólo entre iguales de valor puede florecer el amor verdadero.


Bibliografía:
Norwood, R. (1986) Las mujeres que aman demasiado..
Lagarde, M. ( 1990 ) Los cautiverios de las mujeres, UNAM, México.


Publicado en La República (de las Mujeres) de Uruguay el 20.08.1995.

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