LA  RELACION  AFECTIVA ENTRE PADRES E HIJOS

Se esbozará la Teoría del Apego de J. Bolwby y otros enfoques similares, para más adelante analizar la forma en que se relaciona el estilo de vínculo afectivo con el desarrollo de la conducta agresiva en los niños. 
Teoría del Apego

La dimensión social del ser humano explica su tendencia a crear vínculos afectivos desde el momento del nacimiento, incluso antes, con el objetivo de mantener la proximidad hacia las figuras de apego. Bowlby (1969) describe esta característica desde un punto de vista evolutivo porque cumple una funcionalidad biológica  referida a la protección, especialmente frente a los depredadores. En el comportamiento humano esta estrategia filogenética se muestra en el comportamiento del niño que busca la seguridad en la figura de la madre (o quien haga sus veces), desde que nace, logrando poco a poco, en un proceso de maduración acertado, conseguir la autonomía suficiente que le ayude a establecer relaciones interpersonales seguras, tranquilas y gratificantes. El apego, según Bowlby refleja el vínculo entre el niño y el cuidador primario, que provee al niño de la seguridad necesaria para explorar su mundo y forma la base para todas las relaciones íntimas a través de la vida.

En su trabajo, Bowlby describe el apego ansioso, en el que el niño tiene un miedo constante a la separación de la figura cuidadora (por ejemplo, la madre), protesta enormemente cuando se aleja y se aferra a ella de una manera excesiva. El vínculo que mantienen estos niños no es seguro, y esto produce en ellos un continuo estado de alerta ante la temida separación y desprotección. Según el citado autor, la explicación radica en que estos miedos son justificados a causa de una historia de separaciones  o bien de amenazas recurrentes de abandono.

En el estilo de apego inadecuado los niños desarrollan modelos internos de relacionamiento inapropiados con cuidadores que son poco confiables, ausentes o no responsables. Esto produce ansiedad, miedo, rabia y pena e impide al niño desarrollar su capacidad de tener vínculos confiables, y como resultado tendrá patrones de regulación de la afectividad no adaptativos (evitación, intimidación, agresión, retraimiento) en las relaciones que requieren de intimidad.

El apego ansioso o ansiedad de separación se ha relacionado con psicopatologías adultas como la depresión y la agorafobia y también con el comportamiento violento o antisocial.

Patrones de Apego

El concepto de la Teoría del Apego fue retomado más tarde por Ainsworth (1978), quien inventó una técnica para evaluar si el bebé tenía un apego seguro con su cuidador primario, que se conoce como “situación del extraño”. Las observaciones que se han hecho con el uso de esta técnica identifican tres patrones de apego: seguro, ansioso/ambivalente y evitativo, siendo los dos últimos indicadores de apego inseguro.

El apego seguro representa el estilo preferido y es considerado como el resultado de un estilo parental apropiado, sensible y amoroso; el estilo ansioso/ambivalente está asociado con la respuesta inconsistente del cuidador primario hacia el niño, y el evitativo está asociado a un cuidador irresponsable y poco involucrado.

La importancia del apego

Deseo dedicarle un espacio especial a varios artículos de Bruce Perry (1994ª, 1996, 1997, 1999) (Perry et al. 1995, 1998, 1999) que ayudan a comprender la importancia de establecer buenas relaciones de apego. Uno de ellos (2001) está tomado de una parte de su libro “Maltreated Children: Experience, Brain Development and the Next Generation” (W.W. Norton & Company, New York, en preparación). Esta información es parte de un Programa de su Organización ChildTrauma que trabaja con niños maltratados (www.childtrauma.org)

Perry comienza planteando la capacidad y necesidad de establecer relaciones y analiza la habilidad que cada persona tiene para amar, algunos con mucha facilidad y otros con dificultad. Propone que la capacidad y deseo de formar relaciones emocionales está relacionada con la organización y funcionamiento de partes específicas del cerebro, que se desarrollan durante los primeros años de vida.

La empatía, el cuidado, la solidaridad, la inhibición de la agresividad, la capacidad de amar están relacionadas a la capacidad de apego que se forma en la infancia. Analiza el apego y los diferentes tipos de vínculos que formamos los seres humanos, poniendo especial énfasis en la relación madre-hijo, relación sobre la que se asentarán las demás que se tengan a lo largo de la vida.

Esta capacidad es genética, pero son las experiencias vitales las que expresan ese potencial genético. Perry pone el acento en las demostraciones afectivas con contacto físico positivo, que causan actividades neuroquímicas específicas en el cerebro, que llevan a la normal organización de los sistemas cerebrales que son responsables del apego. Por tanto, un apego sano a la madre provee de base sólida para establecer relaciones sanas en el futuro. Por el contrario, si hay problemas con el apego esto puede causar una base frágil biológica y emocional para los vínculos.

Estos vínculos deben ser hechos en los primeros años, porque durante los tres primeros años el cerebro desarrolla el 90 % de su medida adulta y comienzan a funcionar la mayoría de los sistemas y estructuras que serán responsables del funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico durante el resto de la vida.

Un niño sin caricias, estimulación y protección puede perder su capacidad de establecer vínculos, o en casos menos dramáticos, tener problemas emocionales, que tardarán en ser reparados.

El concepto de Connectedness

Lezin, Rolleri, Bean & Taylor (2004) están trabajando en un concepto llamado “parenting connectedness”, caracterizado por la calidad del vínculo emocional entre padres e hijos y el grado con el cual este vínculo se sostiene de forma mutua y sostenida en el tiempo. Estos autores sostienen que cuando esta conexión es alta, el clima emocional de la familia es de afecto, calidez, satisfacción, confianza y mínimo conflicto, que se traduce en buena comunicación, libre y abierta, apoyo y respeto mutuo, comparten valores parecidos, y son optimistas respecto al futuro. Esto la convierte en un factor “super protector” que protege a los jóvenes de los riesgos que tengan que enfrentar en el mundo.

La “conectividad” (connectedness) es un concepto compuesto, que proviene de muchas disciplinas y modelos. Tiene sus raíces en la Teoría del Apego, aunque la rebasa, puesto que sostiene que el vínculo padres-hijos ha de ser bidireccional, en una relación dinámica en que ambas partes son agentes que se influyen mutuamente.

Este modelo toma también elementos de los Estilos de Parentalización de los cuales ya se ha hablado, siendo el estilo con autoridad el que reúne las características sanas. Para explicar como influye la “connectedness” en la conducta se han sugerido varios modelos, entre ellos la teoría de la interacción familiar, el contexto social, el control social y el sistema ecológico. Siguiendo este concepto se han diseñado varios modelos de intervención que se detallarán en el apartado correspondiente a Programas de Intervención.

Paternidad generadora

Brotherson, Dollahite y Hawkins (2003) dicen que hay patrones específicos relacionados a la conexión padre-hijo, y acuñaron el concepto de paternidad generadora (generative parenting) para describir una paternidad que responde rápida y consistentemente a las necesidades de desarrollo del niño. Dicen que los padres hacen contribuciones valiosas al desarrollo y bienestar del niño, y que la buena paternidad es “trabajo generador”. (Dollahite y Hawkins, 1998). En este modelo una de las condiciones fundamentales es la interdependencia entre padre e hijo, en una conexión con el niño que significa tanto el vínculo emocional como los esfuerzos del padre para crear y mantener lazos sanos con él. Ese vínculo de apego trae muchos beneficios al hijo (como ya se vio en otra parte de este trabajo). Doherty, Kouneski, Farrell Erickson (1996) lo llaman paternidad responsable. Un concepto similar que también enfatiza la conexión y la comunicación entre padre-hijo(a) lo sostienen Brotherson, Yamamoto y Acock (2003) que llevaron a cabo estudios empíricos para corroborarlo.

Otros elementos importantes de esta interacción son la disponibilidad y la responsabilidad del padre. Además, tiene que facilitar y apoyar la conexión del niño con otros miembros de la familia. Concretamente, en este estudio que llevaron a cabo tuvieron en cuenta algunos aspectos básicos tales como:

- el compromiso personal en actividades compartidas con los hijos (de recreación, de juego y educación, de trabajo o yendo a eventos)
- apoyo y cuidado a los hijos enfermos
- interacción con los hijos en el nacimiento o adopción
- tiempo y afecto compartidos con los hijos
- participación en actividades espirituales conjuntas

Estos autores expanden el concepto de apego de Bowlby, poniendo más énfasis en el rol positivo de la conexión padre-hijo. (Se reproducen sus citas)

Influencia del maltrato infantil en el apego

El maltrato infantil y la negligencia influyen en el apego de la forma siguiente (Perry, 2001):
1. Los niños maltratados son rechazados, por lo cual tendrán dificultad en desarrollar intimidad emocional.
2. El niño puede ser parentalizado por un adulto inmaduro, con lo cual puede resultarle difícil establecer vínculos con chicos de su edad.
3. Pasan estos problemas de generación en generación.

Perry señala algunas características que podemos ver en los niños maltratados a nivel individual y también en su forma de relacionarse:
- retraso en el desarrollo físico, emocional y cognitivo.
- problemas en la alimentación
- conductas autoagresivas
- problemas de depresión y ansiedad
- apego “indiscriminado”, abrazando y besando a desconocidos, sin establecer un vínculo profundo, sino como conductas que persiguen la protección y que no son coherentes con las normas sociales
- modelaje inapropiado de los padres que enseñan la conducta abusiva
- falta de empatía y control pobre de los impulsos, lo que lleva a conducta agresiva, generalmente hacia otros más débiles, pueden mostrar arrepentimiento (una respuesta intelectual) pero no así   remordimiento (una respuesta emocional)
- son muy sensibles a los cambios de programa, las transiciones, las sorpresas y las situaciones sociales caóticas, aún las positivas

Finalmente, Perry da una serie de consejos útiles para vincularse con los niños maltratados.

Articulo extractado de la investigacion "Habitos de crianza y agresividad" de mi autoria (UNED, Madrid, 2005)

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