
El modelo patriarcal de la autoridad familiar enaltece la masculinidad y esto contribuye a mantener culturalmente el machismo.
Pero el más importante apoyo del machismo es el papel sumiso y secundario que la mujer ha venido desempeñando a lo largo de muchos años. Muchas mujeres aún quieren jugar ese rol, ser dominadas por hombres y depender de ellos.
El hombre machista espera que las mujeres sean social y sexualmente pasivas y se conserven vírgenes (que nadie toque el objeto que les pertenece) y ambos, hombres y mujeres, establecen y perpetúan una doble norma sexual, por la cual los hombres son sexualmente libres pero las mujeres no, si no son consideradas putas.
Como vemos, el machismo no atañe sólo a a los hombres, se necesitan dos para complementarse, y muchas mujeres continúan criando a sus hijos en esos valores.
El feminismo no es la contrapartida del machismo, como algunas personas creen. El feminismo busca que tanto hombres como mujeres tomen conciencia de que es necesario cambiar la relación de poder “dominador-dominada” por una relación entre dos personas igualmente libres, auténticas, independientes y responsables.
Que es necesario que no haya opresores y oprimidos en una pareja, porque las relaciones de poder son lo opuesto al amor. El opresor es tan esclavo como el oprimido. El hombre machista está encarcelado en su obligación de ser dominante, duro, super-potente sexualmente, buen proveedor del hogar, etcétera, etcétera. Y más que “perder” una posición de poder, ganaría en posibilidades pudiendo ser él mismo con cualidades y defectos, fortalezas y debilidades.
Es una liberación que ambos debemos hacer de los estereotipos culturales que hemos aprendido. Es ser nosotros y nosotras mismas sintiendo, pensando, expresándonos libremente dentro de la pareja, en igualdad de condiciones y respeto hacia el otro.
Es que las mujeres no seamos divididas en mujer-amante y mujer-madre. Es que los hombres no estén impedidos de mostrarse tiernos, vulnerables, sensibles (son tonterías que los hombres no lloran/ porque es mejor llorar que traicionar/ porque es mejor llorar que traicionase) (1).
Liberarse de los estereotipos es también que aún disuelta la pareja, los hombres continúen cumpliendo su rol de padres y las divorciadas no se transformen en “madres solteras”.
Es en definitiva el desafío de construir una mujer y un hombre nuevos, que funden una pareja, una familia, una sociedad basada en la solidaridad entre las personas.
Las mujeres feministas no queremos amos, queremos compañeros de vida.
(1) La cita en itálica pertenece a una poesía de M. Benedetti.
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